miércoles, 10 de enero de 2018

La empatía médica ¿cuál es el impacto en los pacientes?FUENTE: aeiou web

La empatía médica ¿cuál es el impacto en los pacientes?


En una consulta médica “ocurren cosas” entre el personal sanitario y los pacientes que escapan de lo estrictamente médico. Si, porque allí se encuentran dos seres humanos. Y se construye (o no) una conexión/vínculo que es determinante para ambos (desde el punto de vista profesional: mayor eficiencia y menos bournout. Desde el personal: transformando vidas).

Contamos con excelentes profesionales que están muy preparados. Muchos no olvidan tampoco que la medicina además de ciencia es también un arte. Y aquí está la “guinda del pastel”, lo que marca la diferencia, aquello que lo cambia todo, que lo transforma a mejor: el médico (enfermera/o) que “conecta” con el paciente, lo comprende y por tanto lo “sana” porque está más cerca del enfermo que de su enfermedad.


Todos nos hemos encontrado con un médico que ha sabido presentarse, llamarnos por nuestro nombre, sonreír, mirarnos a los ojos, quizás poner su mano en nuestro hombro, asegurarse de que le comprendemos, que nos da la información que necesitamos sobre nuestra enfermedad… Sabemos lo potente que es esa conexión y la confianza que genera, cómo nos involucra en el tratamiento, cómo influye en nuestra recuperación y en nuestra implicación para co-responsabilizarnos de nuestra enfermedad.

Sin duda alguna lo que más valoran los pacientes  es “sentirse cuidados”, ni más ni menos, pero con todo lo que conllevaPremian especialmente que se les escuche y que se establezca con ellos una relación comunicativa, afectiva y asertiva en un lenguaje comprensible para ellos. Las tres C,s de la Consulta: Comunicación, Comprensión y Confianza. Y lo más maravilloso de esto es que a mayor comunicación, comprensión y confianza más satisfacción por ambas partes y mejores resultados en todos los sentidos.

Una relación empática requiere en primer lugar PRESENCIA. Esa actitud, ese saber estar que le transmite al paciente “en estos momentos eres tú lo único que me importa” (a pesar de mi cansancio, la sala de espera llena y la demora). Esto requiere mucha autogestión emocional. Es decir, un saberme recuperar de los momentos complicados para entrar “nuevo” en la siguiente visita. Un resetear continuo. Vivir el momento presente haciendo un esfuerzo para dejar de lado aquellos pensamientos y sentimientos que me apartan de lo que está ocurriendo en ese instante (mi auto dialogo). Sin presencia no puedo escuchar verdaderamente. No puedo intuir aquella información que está detrás de las palabras del paciente: lo que me dice, cómo me lo dice, lo que no me dice, sus necesidades ocultas, su sentir, la emoción en la que se encuentra…
Saber lo que tenemos que hacer muchas veces no es suficiente. Muchas veces el mensaje en una consulta se limita a dirigirse a nuestro cerebro racional. Y aunque comprendemos, no nos sentimos capaces de hacer lo que nos dicen.
Sabemos, por ejemplo, que fumar es muy nocivo para nuestra salud, comprendemos el mensaje, nuestra razón lo asimila a la perfección. Eso es fácil. Sin embargo, me siento incapaz de dejar de fumar. Mi inconsciente me dice: el tabaco me ha acompañado en los buenos y los malos momentos toda mi vida, en mi ocio, en las celebraciones y también en mis momentos de soledad, de angustia… Siento inseguridad y miedo ante la idea de que desaparezca de mi vida. Ya sé que esto no suena muy racional (me puedo repetir una vez más que es malo para mi) pero sigo sintiendo lo que estoy sintiendo aunque no sea muy consciente de ello…
Ahora bien, si encuentro el apoyo, las palabras oportunas que van directas al corazón (no a mi cabeza) y el reconocimiento necesario… Será más fácil para mi dejar de fumar. Si mi médico sabe contagiarme de su seguridad y me lleva a otro tipo de emoción más adecuada para poder dejar de fumar (que el miedo) será, sin duda, de una gran ayuda. Si me lleva a la alegría, a la satisfacción de saber a todo aquello que estoy diciendo “SI” al dejar de fumar, me anima a poner todo mi esfuerzo en ello. Me hace sentirme capaz y eso es muy poderoso, nos da mucho poder.
Está muy bien reclamar empatía al personal de la salud. Pareciera que es su responsabilidad y no digo que no sea así. No obstante, las relaciones que funcionan son empáticas por ambas partes. Aquellas en las que la empatía es bidireccional. ¿Somos los pacientes empáticos con los médicos? Muchas veces no. Es cierto que el paciente es el enfermo pero cuantas veces nos olvidamos que los médicos, las enfermeras no son héroes, son trabajadores como todos, son personas con sus problemas y sus historias.
La amabilidad sólo abre puertas venga de donde venga. La exigencia tuerce o complica las cosas. Como pacientes queremos encontrarnos con un médico que sea empático, que nos escuche y comprenda, que sea respetuoso con nosotros y nuestra enfermedad. Y esta premisa es válida también para el médico porque todos queremos que la relación y la visita fluya de la mejor manera posible. También desea que llegado el momento podamos comprender como pacientes que lleva un día complicado y por eso, nos ha hecho esperar, que tal vez no ha dormido o se ha quedado sin comer y aún así está por nosotros.
Estoy segura de que si todos conociéramos las historias de cada cual (el mes pasado enterró a su hijo, estoy pasando por un divorcio, me han diagnosticado cáncer, esta noche no me he acostado porque he tenido una mala guardia, no sé cómo pagar este tratamiento…) todos nos trataríamos mejor. Lo cierto es que no lo sabemos, pero eso no es excusa para no intentar comprender y adentrarnos en el mundo del otro (eso es empatía).

En el día a día de una consulta hay muchas circunstancias que no dependen del médico/enfermero (falta de tiempo, recursos…) y también hay muchas otras que sí. Atender con amabilidad, mirar a los ojos del otro, querer conectar con sus necesidades, escuchar activamente para llegar más allá de sus palabras…CONECTAR con el paciente porque hay un interés sincero en saber cómo se encuentra hoy, en cómo está, en cómo sigue el tratamiento…

Todo esto depende únicamente de la ACTITUD.

Ante el desgaste de la rutina hay que convencerse una vez más que ese es el camino y reconectar con aquello que te ha traído hasta aquí: tu vocación. El para qué de un largo camino que pasa por muchos años de estudio y esfuerzo. Algo que todo médico/enfermero sabe identificar en su interior.
¿Qué te llevo a convertirte en médico/enfermero?
¿Cuál es el propósito que da sentido a tu profesión?
¿Qué tiene la medicina (la enfermería) para que la eligieras entre otras profesiones?
A veces despreciamos los pequeños gestos. Un antiguo proverbio chino dice que “el leve aleteo de las alas de una mariposa se puede sentir al otro lado del mundo”.

No subestimemos los pequeños detalles porque sostenidos en el tiempo tienen un efecto multiplicador en la vida del paciente. Enfocarse en lo que sí depende de uno puede generar grandes cambios en la vida del paciente.

En la ecuación del valor del profesional los conocimientos, la experiencia, las habilidades SUMAN, pero no olvidemos nunca que la ACTITUD MULTIPLICA.

0 comentarios:

Publicar un comentario