¿Por qué lavarse las manos es tan esencial?
Osakidetza lanza una campaña para evitar la tranmisión de decenas de enfermedades con una práctica que combina «urbanidad, higiene y educación sanitaria»
Es una medida «sencilla, barata y efectiva» que con un poco de agua y jabón permite prevenir y reducir infecciones. Sin embargo, no siempre nos lavamos las manos con la frecuencia deseable. Antes de comer, de manipular alimentos, tras ir al baño, estornudar... Hay muchos momentos a lo largo del día en el que es más que aconsejable limpiarse las manos para evitar, por ejemplo, el contagio de enfermedades tan comunes como la gripe o la gastroenteritis. Máxime si estamos en contacto con personas con salud frágil, como pueden ser los mayores o ciudadanos con las defensas bajas. Osakidetza acaba de anunciar medidas para fomentar la sensibilización de sus profesionales.
El gesto de lavarse las manos no es baladí. Se estima que hacerlo cinco veces al día reduce hasta un 50% la posibilidad de contagios de virus como la gripe y otras enfermedades de transmisión alimentaria. Evitar la propagación de infecciones disminuye, a su vez, la necesidad de recurrir a antibióticos para tratarlas, lo que contribuye a frenar la generación de microorganismos multirresistentes a estos medicamentos.
El responsable de programas de Salud Pública de Osakidetza, Enrique Peiró, recuerda que el lavado de manos es un eslabón clave cuando se habla de un concepto tan en boga en los sistemas sanitarios como ‘la seguridad del paciente’. Fue un médico húngaro, de apellido Semmelweis, quien comenzó a implementarlo. «Fue un hallazgo fundamental que partió de su labor en lo que hoy en día conocemos como la obstetricia. Vio que había muchas infecciones con consecuencias serias y pensó que a través de las manos acabamos transmitiendo microorganismos, por lo que se le ocurrió promover su lavado. Y demostró claramente que había un antes y un después», explica Peiró.
Hace tiempo pues que se conoce la transmisión de enfermedades a través de las manos y la importancia de la higiene, «como se sabe de las precauciones que hay que adoptar al toser o estornudar. Pero aún hay quien desconoce que al hacerlo hay que taparse, preferiblemente con el codo, porque pueden transmitir determinados microorganismos», añade el experto, quien lamenta que todavía no se haya conseguido la generalización de una medida básica como lavarse la mano, un gesto que bascula entre la urbanidad, la higiene y la educación sanitaria. «Está todo relacionado». Para Peiró, «una medida tan sencilla y efectiva todavía presenta un margen de mejora sustancial» para evitar la transmisión de decenas de enfermedades.
Sobre todo cuando se manipulan alimentos no solo para consumo doméstico, sino especialmente destinados al público, para lo que el Departamento de Salud del Gobeirno vasco expide un carné específico tras una formación. «Hay muchas bacterias y virus que se pueden transmitir a través de alimentos. Lavarse las manos es una medida esencial», subraya.
Pomos, móviles y teclados
Los virus y bacterias nos acompañan por doquier, pero hay determinados objetos que pueden ser especialmente transmisores. Como los pomos de las puertas, tan toqueteados que se convierten en nidos de bacterias, «o el móvil o el teclado del ordenador. En este caso procede hacer una limpieza adaptada con determinada periodicidad». Peiró insiste en que lavarse las manos es una medida «importante y aconsejable» que hay que inculcar desde niños y que atañe a la higiene ordinaria, a la aplicación del sentido común y la prevención en general.
Todo esto se agudiza en el contexto sanitario. Peiró valora «el esfuerzo» realizado por Osakidetza para poner a disposición del personal dispensadores de gel hidroalcohólico en todas la habitaciones, «porque es cierto que la accesibilidad es un factor importante».
Además de organizar talleres y sesiones clínicas, el Servicio Vasco de Salud ha distribuido entre los profesionales folletos que, bajo el título ‘Su seguridad pasa por tus manos’, difunden mensajes de concienciación y recomendaciones, en los que recuerda que hay que lavarse las manos antes del contacto con el paciente, o en los momentos previos de realizar una tarea aséptica, como preparar una jeringuilla, y después del riesgo de exposición a fluidos corporales, del contacto con el paciente o con su entorno. Por último, ofrece seis pasos a seguir para el correcto lavado de manos, que se pueden resumir en que no se debe dejar ninguna zona sin haber sido adecuadamente jabonada, friccionada y enjuagada.
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